(Escena de la película Roma)
Roma, Guerrero y Los
Herederos
Carlos Murillo González
El cine sirve como un arte dinámico con el poder de representar la realidad
desde muchas perspectivas, de acuerdo a la intención del director. Interesante
es, el efecto en el espectador(a) si le dice algo o le sacude. Roma, de Alfonso Cuarón, Guerrero, de Ludovic Boniuox y Los Herederos, de Eugenio Polvosky,
representan tres realidades del México contemporáneo que dicen algo y sacuden.
Roma es una película exponente de la vida de
las mujeres en el trabajo doméstico, una profesión desprotegida de sus derechos
laborales en México y tan invisibilizada, que para muchos espectadores(as) resulta
una historia de lo más tediosa y común; un rasgo inconfundible de la división
del trabajo social en una sociedad de clases, donde las profesiones más
humildes se obvian. La película contiene distintas miradas desde donde uno
puede identificarse o sentirse incómodo: la mirada de la conquista, presente en
los más de 500 años de forjarse en la cultura mexicana hasta el siglo XXI: la
superioridad criolla sobre la indígena; la mirada femenina: la sororidad ante
la ausencia masculina atravesando las barreras de clase y dejando al
descubierto un patrón político del patriarcado: el abandono de la pareja, la
familia, el país, la gente; la mirada clasista: el escenario de una casa
burguesa y la vida cotidiana de sus habitantes empleados(as) y amos(as). El uso
del claro oscuro (blanco y negro) acentúa los contrastes, no sólo de la
distancia histórica, pues se ubica dentro de la época de la Guerra Sucia de
inicios de los años 70 del siglo pasado, en un DF con una floreciente clase
media urbana, sine qua non es posible
preguntarse qué cosas han cambiado o permanecen en un México abrumadoramente citadino;
también refuerza el dramatismo entre lo güero y lo moreno, la riqueza y la
pobreza, la violencia estructural y de género, un efecto fractal en binomios.
En un México que aún se resiste a reconocerse racista, clasista, machista,
xenófobo, conservador, intolerante, mocho, mala leche y demás, Roma es una
cachetada con guante blanco. Es una película para adultos; una lectura que
aborda los matices de una sociedad dividida haciendo honor a una realidad
silenciosa. En la cotidianidad de las empleadas(os) domésticos, no todas gozan
de ser contratadas por patrones solidarios y comprensivos, con un sueldo justo,
abundan los abusos. En las ciudades fronterizas como Juárez, para muchas mamás
solteras y mujeres autónomas, trabajar limpiando casas en EEUU siempre ha sido
una opción antes y después de las maquilas. Que las telenovelas y otras series
hayan desgastado hasta el cansancio el tema de la cenicienta empleada doméstica
alcanzando el final feliz con el príncipe patrón, joven, rico y guapo, es tanto
un ejercicio de lucro económico, como político, de enajenación y control
social. Cuarón hace honor y dignifica el trabajo doméstico, el México profundo;
denuncia la represión de Estado, no descontextualiza ni la evita, como lo haría
una novela rosa.
Guerrero es un documental que reúne tres historias
presentes de este estado del sur de México. Se trata de un trabajo muy serio y
arriesgado del cineasta francés Ludovic Boniux, quien toca temas relacionados
con la violencia, específicamente la desaparición forzada, el narcotráfico y el
caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, en distintos municipios
de guerrero y a través de la vida de tres activistas (un joven profesor rural,
una precursora de las policías comunitarias y un comerciante en busca de su
hermano desaparecido) realidades crudas y sin maquillaje, donde igual se
desnuda la ausencia y excesos del Estado, especialmente durante la época
electoral, como visualiza las autonomías comunitarias y otras iniciativas de la
sociedad en sus luchas diarias e internas por permanecer y existir. La
perspectiva se brinda desde la vida de los protagonistas, sus intimidades y
convicciones, su realidad distinta al resto, sin dejar el enfoque social de las
formas de organizarse de la gente ante distintos enemigos, desde bandas del
narcotráfico y secuestradores, hasta las policías estatales y federales.
Bonieux retrata una realidad conmovedora, con muchos momentos emotivos
imposibles de pasar por alto, como la represión y el asesinato policiacos a
maestros; las marchas espontáneas, los grupos de choque; los mítines y las
asambleas, no siempre llevadas fácilmente; los retenes y enfrentamientos entre policías
comunitarios; las tragedias personales y familiares, los engaños políticos. Guerrero hace honor a su nombre y deja un
fuerte mensaje de justicia social, con una narrativa visual generosa y dinámica,
pues mantiene la atención a los vaivenes de los tres momentos de las tres
personas y no genera una empatía inmediata hacia las y los protagonistas y sus
causas.
Los Herederos es otro documental de corte realista, de
denuncia, donde las y los niños de varios estados de la república, la mayoría
del sur, en las zonas agrícolas y forestales, nos dejan ver su vida en la
pobreza material de sus padres y el destino inmediato de la incorporación
temprana a las labores de la economía familiar. La inocencia de niños y niñas
repartiendo su vida en actividades rudas y pesadas, como hacer ladrillos,
recolectar tomate o cargar leña y, aun así, dándose el tiempo para jugar y
reír, sin pensar en un mañana acudiendo a la escuela o al parque, deja ver una
cotidianidad de responsabilidades de supervivencia inevitables y sus diferentes
posibilidades de resistencia, de acuerdo a la sabiduría infantil. Niños y niñas
jugando el rol de adultos apenas puedan caminar y cargar un bulto, vigilados
por sus hermanos(as) mayores, cuidados por ellos y al servicio de la necesidad
de trabajar y sobrevivir. El niño campesino(a) vive otra realidad, ajena a la
mayoría de las niñas y niños de las ciudades, con sus comodidades y lujos como
casas con clima artificial o escuelas.
La obra de Polvosky no hace concesiones dramáticas, la niñez rural expresada
en esa realidad dura se manifiesta como una alegoría a la vida, un
reconocimiento al trabajo infantil sin dejar de evitar su denuncia. Esos niños
y niñas, como la mayoría de las y los mexicanos, no conoce sus DDHH. Muchos
morirán sin llegar a los cinco años y quienes sobrevivan seguirán el destino de
sus padres como ellos hicieron con los suyos, en un país donde el campesino y
el indígena, está abandonado a su suerte desde siempre.
A diferencia de Roma, Guerrero y Los Herederos son documentales que no
son fácilmente exhibidos* aun y tengan premios nacionales e internacionales,
pero su calidad es indiscutible y su contribución va más allá del arte para
situarse en un cine comprometido con las causas justas, documentos valiosos
para la historia. En conjunto las tres películas guardan relación entre sí por
exponer esa realidad que no nos gusta tanto reconocer como mexicanos y
mexicanas, pero es difícil de esconder o evitar, como la violencia estructural:
la pobreza es violencia y el sistema es injusto, pero voltear hacia el otro
lado, no los hará cambiar.
*Ambos
documentales forman parte de la gira de documentales 2018 de Ambulante, cuya
sede en Ciudad Juárez, es Telón de Arena.
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