La
“guerra” contra las drogas continúa en el actual sexenio de la era del PRI neoliberal-populista. Todo parece
indicar, que para legitimarse internacionalmente, el gobierno federal hará lo
necesario, como liberar a la francesa Cassez o bien, someterse dócilmente a las
políticas de Washington y no se diga, la entrega del petróleo y otros recursos
energéticos y naturales del país a transnacionales. ¿Qué podemos hacer al
respecto?
Gobierno de fresas
La
polarización de la sociedad mexicana es evidente. El modelo económico-político
y cultural es una estructura sociológica de dominación pensada para sustituir
el esclavismo por el consumismo. Desde el triunfo de la Revolución Francesa y
las guerras de independencia del continente americano, la burguesía asume el
poder político-económico en sustitución de la aristocracia. En estos últimos
doscientos años, los países democráticos (como gustan ser llamadas las naciones
capitalistas) herederos de esta tradición, terminan finalmente comportándose
como aquellos a los que criticaron y pelearon, pudiéndose fijar un patrón
dialéctico que se repite (moebius): después de cada revolución social, el bando
triunfante se vuelve igual o peor que su enemigo derrotado.
En
otras palabras, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) hoy representa
los intereses de aquellos en contra de los que surgió. Su ideología y su actuar
lo sitúan claramente a la derecha del espectro político, disfrazado en un
discurso populista, pero con un voraz
apetito económico. El actual presidente
de la república Enrique Peña Nieto, cuya figura recuerda al acompañante de la
muñeca Barbie, Ken: un monito bonito,
elegante, bien peinado y jovial, es sólo la carátula de una plutocracia que
gobierna a través de él y en cuya base central se distinguen las huellas del ex
presidente Carlos Salinas de Gortari y otros grupos de poder.
La
“guerra” heredada del pasado gobierno panista, no parece tendrá otro
tratamiento que la actual criminalización de la sociedad (encarcelamientos, retenes,
revisiones exhaustivas, cateos…) especialmente a los grupos de izquierda y
activistas; que programas como el SUBSEMUN se irán a los bolsillos de
militares, políticos y empresarios del ramo de “seguridad” sin cambiar un ápice
la estrategia de Estado policiaco, pues forzosamente esta visión requiere de la
violencia para justificarse. Y para que
todo esto suceda, la sociedad tiene que vivir en miedo o dormida (enajenada) lo más alejado de la realidad posible.
La
cultura del consumismo, el placer, la competencia, el egoísmo, la avaricia, son
los pilares (valores) de la sociedad actual, por eso son tan comunes los
arrebatos de ira que llevan a la violencia (estrés) y enfermedades como el
cáncer y la diabetes, cuyas curas parecen alejadas, mas no así las ganancias
que dejan a la industria farmacéutica. En sociedades donde sus individuos
aspiran a ser deportistas cocainómanos, estrellas de telenovela y empresarios
sin escrúpulos, a convertirse en Kens y Barbies ¡con todos los aditamentos! En
ese tipo de sociedades afresadas, donde el dinero y la apariencia lo es todo,
hay una tendencia al vacío y la autodestrucción, pues sus pilares no son
sólidos.
Sociedad de nacos
Para
que exista un gobierno de fresas, la sociedad tiene que ser naca. El “naco”,
como el buen Carlos Monsiváis escribía en los años setenta del siglo pasado, es
un individuo que no se involucra en la política, no la entiende ni le interesa;
es una persona que prefiere la ignorancia antes que comprometerse, la comodidad
a la movilidad. En otras palabras es el tipo de ciudadano(a) ideal, perfecto,
para el consumismo, pues se le puede moldear de acuerdo a sus deseos (placeres)
y políticamente satisface el modelo electoral del que tanto presumen las
democracias, pues igual no vota o puede ser cooptado por algún beneficio barato
e inmediato.
El/la
naco(a) no se da cuenta de su realidad; su grado de enajenación no le permite
distinguir con claridad la situación en la que vive. La baja escolaridad y la
mala alimentación son factores que influyen en la personalidad del naco, pero
no son las únicas. En las clases medias, donde abundan los títulos
universitarios y los pequeños negocios, se prefiere la diversión a la
diversidad; la segregación a la solución a fondo del problema; a quejarse, a lo
mucho, pero sin involucrarse demasiado. En sí, el naquismo, es algo muy común en las sociedades actuales, no sólo
mexicanas. El naco politizado, como el snob, es aquel que repite
desinformadamente lo que escucha que dicen los demás.
En
el colmo de su naquez, el naco(a)
aspira a ser fresa. Si el neoliberalismo no le da las oportunidades, las tomará
por las mala, por ejemplo, en el narcotráfico. La aspiración de todo naco y
todo fresa es el poder, el lujo; que le digan “mi rey”, que lo respeten y pueda
jugar a ser magnánimo, a ser dios.
La paz
El
patriarcado no puede garantizar la paz por que es fuente de guerra; es decir,
su contrario. Ante la vorágine del Estado policiaco y el terrorismo de Estado,
como ciudadanos(as) como personas, en lo individual y en lo colectivo, no sólo
se debe y puede aspirar a la paz ¡hay que hacerla una bandera política y una
aspiración social! Elevando el concepto como una garantía constitucional: el derecho a la paz. La felicidad no
puede garantizarse, la paz sí. El camino de la paz es contrario al camino
guerrerista de la agenda de Washington y el PRI; en está última el terrorismo,
las armas, la ilegalidad, el abuso policiaco y el miedo alimentan una atmósfera
dañina y perjudicial para la sociedad.
Si
optamos por la paz y logramos el cometido, automáticamente tendrá que cambiar
la estrategia de seguridad, primero por que será una demanda legítima y urgente
surgida de la sociedad y segundo, por que el gobierno también sabe que no puede
mantener por mucho tiempo el estado actual de las cosas. El regreso de la paz
también significa castigo para los culpables de secuestrarla y la construcción
de organismos y leyes que la faciliten. Vivir en paz es igual a vivir en
sociedad civilizadamente.
1 comentario:
Excelente análisis, lo compartiré.
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