Nada es tan desalentador como un esclavo satisfecho
Ricardo Flores Magón
Es
tan absorbente el bombardeo a través de medios de la actual campaña electoral,
que resulta difícil recuperar y reflexionar los problemas trascendentales a la
lógica sexenal. De continuar la estrategia de la “guerra” contra el narco, como
un problema de falsa moral, de “cruzada” contra la delincuencia, y no como una
amenaza a la salud pública y un negocio
de intereses de la economía capitalista, el Estado mexicano se encamina
a acrecentar su ya acentuado militarismo (Estado policiaco) y pueda llegar a
destruir poco tiempo, la nación tal como la conocemos (Estado fallido).
Los
intereses económicos internacionales
ponen en juego los destinos de las naciones. Estados Unidos, Islandia, Grecia,
España; antes Sudamérica, Japón. Para salvar los grandes capitales, se arriesga
el futuro de generaciones; por eso el actual malestar social en Estados Unidos
y Europa. En estos países se van perdiendo poco a poco derechos y privilegios;
ahora el desempleo, las deudas, el empobrecimiento, aparecen a la par con el
Estado policiaco: mayor vigilancia policiaca; militarización de la vida
cotidiana; represión de los movimientos sociales; violación a los derechos
humanos; desaparición de las garantías individuales…todo lo que un mexicano(a)
les puede contar por experiencia propia.
El
Estado mexicano no ha dejado de ser un Estado policiaco desde los tiempos del
PRI a los actuales del PAN. En los últimos treinta años, el periodo neoliberal,
la represión policiaca nos da cuenta de abusos en un sinnúmero de lugares en el
país y donde tal vez Ciudad Juárez es y será el pináculo de la violencia de
Estado por excelencia no sólo del sexenio, sino de los gobiernos panistas con
sus feminicidios y más de diez mil asesinatos en los últimos cuatro años. En la
vorágine de la combinación del poder político electoral y los intereses
capitalistas monopólicos, la transición hacia nuevas formas de esclavismo
(enajenación) incluye no sólo la mala educación, la desinformación y la desnutrición
como pilares de la despolitización, también la limpieza social se hace evidente;
una verdadera guerra de baja intensidad financiada por el Estado y apoyada por
empresarios contra personas “peligrosas”, “indeseables” o simplemente,
desechables.
El
pretendido Estado fallido no es más que una estrategia conceptual de Washington
para justificar su cada vez mayor intervencionismo en México, como lo ha hecho
en años recientes en Afganistán, Irak y
Colombia. Es un error, una trampa, pensar que México es un Estado fallido; no
nos equivoquemos: El gobierno mexicano en todos sus niveles (federal, estatal y
municipal; el representativo y el judicial) sigue fortalecido por muy corrupto
y decadente que nos parezca, por una sencilla razón: la continuación de la
elecciones. No sólo eso, lo electoral da una especie de certidumbre por “garantizar” la
continuidad de las instituciones públicas, aunque no tanto la paz y la
tranquilidad social, pese a que permite también, la permanencia de una
burocracia y clase política para operar
esas instituciones, con el poder que les damos.
Las
y los gobernantes mexicanos saben muy bien lo que hacen. En su enajenación de
poder y riqueza, no les interesa el rumbo de la sociedad, sino cómo sacar el
mayor provecho posible para sí mismos. El Estado policiaco es una tendencia
fascistoide de las democracias electorales para no dejar el poder. Por eso la
pretendida “guerra” contra el narco, es una farsa y a la vez un pretexto para
sacar al ejército a las calles y desviar la mirada de otros rublos. En Estados
Unidos, España o Chile, se reprime igual a Indignad@s que a Ocupas o
estudiantes. En México además se asesinan periodistas y se persigue a
activistas sociales: a ningún gobierno le faltan pretextos para reprimir por
que, recordando a Max Weber, ejercen el monopolio de la violencia.
Lo
que podemos concluir es que hay una visión a mayor plazo de las élites
político-económicas que las y los ciudadanos comunes apenas podemos distinguir,
pero la violencia sin duda, nos pone en perspectiva, pues la sociedad pone los
muertos y las élites siguen intocables. El miedo ha sido con mucho, el gran
legado de la era calderonista; un recurso más para ejercer el poder, en este
caso a través del terror. En el Estado Policiaco nadie está a salvo (recuérdese
las épocas totalitarismo del siglo XX) y el terror, ese instrumento de
dominación de las sociedades guerreras, ahora toma nueva forma en el discurso
de Washington con sus “guerras preventivas”, “guerra al terrorismo” y su más
reciente “guerra contra el narcoterrorismo”; es decir, se inventan nuevos
enemigos, pero este en especial, el narco, al ser civil, se invisibiliza y confunde
fácilmente en la sociedad con los resultados que ya conocemos: todos(as) somos
sospechosos y todos(as) podemos ser víctimas “colaterales”.
Mientras
todo esto sucede en el plano macro social mundial, nuestro contexto mexicano
local nos cuenta de 49 cuerpos desmembrados en Apodaca, Nuevo León; de 18 en
Jalisco, otros tantos en Veracruz y así, ¡en menos de un mes!. En Ciudad Juárez,
Ciudad Cárcel, desde donde escribo
estas líneas, la policía de Julián Leyzaola, el militar a cargo de Seguridad
Pública Municipal, sigue violando las garantías constitucionales haciendo
retenes a diestra y siniestra y peor aún, golpeando, desapareciendo personas y
asesinando con la mayor impunidad que la justicia mexicana, el gobierno
municipal priista, así como las cámaras empresariales, le brindan.
Mucha
gente está entusiasmada con las elecciones, pensando que ganará su partido o
candidato. La verdad es que va a haber fraude a favor del PRI y nadie siquiera
ha reflexionado al respecto; otra verdad es que el gran ganador de esta
contienda va a ser el abstencionismo y por último, pero no menos importante, es
que se le apuesta a un futuro que ya nos alcanzó. La pregunta no es por quién
vas a votar, sino qué estás haciendo para terminar con todo lo que no te gusta
de los políticos; qué estás haciendo por ti y por la sociedad más allá de las
elecciones. Mientras la violencia sigue y nadie está seguro, sólo las y los
políticos, por que saben que depende de que votes para que el/ella siga
defraudándote.
Alto al Estado
policiaco.
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